La Declaración Doctrinal sobre el Escapulario de Nuestra Señora del Carmen
Lo que sigue es una traducción del texto en inglés aprobado de la sección doctrinal del “Rito de Bendición e Inscripción en el Escapulario de Nuestra Señora del Carmen” como publicado y confirmado por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Noviembre 29, 1996 Prot. 2243/96/L.
I. Perfil Histórico
1. La devoción a Nuestra Señora del Carmen está ligada a la historia y valores de la Orden de los Hermanos de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo y expresado a través del escapulario. Así, quien recibe el escapulario se hace miembro de la orden y promete vivir de acuerdo con su espiritualidad y de acuerdo a las características de su estado de vida.
Un Plan de María de Vida Evangélica
2. La Orden de los Hermanos de Nuestra Señora del Carmen nació en Monte Carmelo, en Tierra Santa, en el siglo XII. Un grupo de ermitaños que llegaron del oeste se asentaron allí para vivir como Cristo lo había hecho en esa misma tierra. A petición de ellos, el patriarca Albert les reglamentó su vida requiriendo que, entre otras cosas, construyeran un oratorio entre las otras celdas, donde se pudieran reunir para la celebración de la Eucaristía. Ellos dedicaron ese oratorio a María, y de esa manera quisieron ligarse a ella de una manera especial, para que fueran identificados, primero por el pueblo, y después oficialmente, como los Hermanos de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo, o Nuestra Señora del Carmen.
Así, la manera en que los carmelitas siguen el evangelio es de carácter más profundamente mariano. María:
· Glorifica al Señor y es exaltada con las maravillas de su amor misericordioso. (Lc 1:46)
· Escucha y guarda en su corazón todas las cosas concernientes a Jesús (Lc 2:19, 51)
· Se identifica con su pueblo, especialmente con aquellos en necesidad, los pobres de espíritu o de materia, los marginados (Lc 1:51-53ss; Jn 2:3)
· Está en constante oración, abierta al fuego del Espíritu (He 1:14; 2:1-4) que es la fuerza de los dones apostólicos.
En Fraternidad con Carmen
3. Desde la antigüedad, ellos fueron fieles atraídos a esta manera de vivir y pidieron poder compartir sus características. Las condiciones como vivía en el mundo, como en una familia, no eran obstáculo para compartir la fraternidad del Carmen.
El signo visible de aceptación en la fraternidad era el hábito (o parte de él) de la orden. Al principio el signo especial era el manto, pero pronto se convirtió en el escapulario.
El escapulario de la Virgen del Carmen, o el hábito (también llamado de otras maneras en otros lugares), es una de las devociones más queridas por el Pueblo de Dios. La difusión del escapulario parece deberse a la tradición de una visión de Nuestra Señora, documentada al menos desde fines del siglo XIV.
4. Durante estos tiempos difíciles, la orden pedía ser reconocida y establecida por la Iglesia. María, patrona del Carmen, parece haber respondido a esta plegaria con una visión a un carmelita inglés, San Simón Stock. Ella sostenía en su mano un escapulario y aseguró al santo prior general, diciendo:
“Este es un privilegio para ti y tu orden: quien muera llevando puesto este escapulario no irá al infierno”. Después fue popular creer, incorrectamente, que la Virgen también liberaría del purgatorio, el primer sábado después de su muerte, a los carmelitas que fueran castos de acuerdo a su estado de vida, oraran, y llevaran el hábito del Carmen. Esto es lo que se conoce como el Privilegio Sabatino.
Los fieles pronto entendieron que llevar el hábito significaba pertenecer a la fraternidad de la orden y de María. Respondiendo al amor de la Virgen, ellos vivían seguros, bajo su protección, de todos los peligros de la vida y a la hora de la muerte, confiando que aun después de muertos ella intervendría en su favor, ella que “con amor maternal cuida de los hermanos de su Hijo... hasta que son llevados a la tierra santa”.
Más recientemente, gracias a un entendimiento mejor de nuestra tradición y del fruto de la investigación y del proceso de renovación de toda la Iglesia, el enfoque de las devociones populares y, por lo tanto, del escapulario, han cambiado.
5. Como resultado de la historia y evolución de la devoción a María a través del escapulario, hay hoy en día algunas categoría de devotos de acuerdo al grado de identificación con, y de afiliación a, la familia del Carmen. Estos pueden enlistarse como sigue:
a) Hombre y mujeres religiosos
b) La Orden Secular (también llamados Terciarios)
c) Los que pertenecen a la confraternidad del escapulario
d) A los que se les impone el escapulario y viven de acuerdo a su espiritualidad en varios grados de asociación con la orden
e) A los que se les impone el escapulario y viven de acuerdo a su espiritualidad, pero sin asociación formal con la orden
f) Todos los que se comprometen a poner en práctica las características Marianas de la espiritualidad carmelita plena y fervientemente, pero en formas que corresponden a la naturaleza de su unión con la familia de María
II. Naturaleza y Carácter
6. “El escapulario es esencialmente un hábito. Quien lo recibe esta, por el hecho de recibirlo, asociado más o menos íntimamente con la Orden del Carmen”. El escapulario es, de hecho, un hábito en miniatura de la orden que, para vivir en alianza con Jesucristo, ha escogido la experiencia espiritual de familiaridad con María, hermana, madre y modelo.
7. Asociación con la familia carmelita y familiaridad con María toman un carácter que es fundamentalmente comunitario y eclesial, porque María “ayuda a sus hijos –donde sea y cuando sea- a encontrar a Cristo, el camino a la casa del Padre”. Así el escapulario es el signo pequeño del gran ideal carmelita: intimidad con Dios y amistad entre los discípulos.
Simbolismo Bíblico
8. En el Viejo Testamento, un hábito, especialmente un manto, era símbolo de beneficios divino, de protección de lo alto o de transmisión de poder de un mensajero de Dios a otro.
El manto especial de José fue símbolo de predilección (Gen 37:3); el regalo del manto de Jonatán a David fue símbolo de amistad (1 Sam 18:4). En Isaías leemos: “Salto de alegría delante de Yavé, y mi alma se alegra en mi Dios, pues “El me puso ropas de salvación y me abrigó con el chal de la justicia” (Is 61:10). Cuando el profeta Elías fue llevado al cielo, su manto cayó sobre Eliseo, su discípulo, pasándole así su espíritu (2 Re 2:13ss).
9. En el Nuevo Testamento, aun la punta del manto de Jesús, si era tocado con fe, comunicaba su poder sanador (Mc 5:25ss). San Pablo habla más de una vez de la vida en Cristo en términos de revestirse de Cristo (Rom 13:14; Gal 3:27); ponerse la persona de Jesús, o sea la vida filial de gracia del cristiano, es descrita en imágenes de vestidos. El hábito religioso, del cual el escapulario es parte y símbolo, significa, de manera especial, este seguimiento de Jesús.
En la Trinidad con Cristo
10. María, bendita entre las mujeres, es la pieza maestra de la Santísima Trinidad que unida a la Trinidad misma, llevando lo femenino a su realización más grande en ella; como un icono de la ternura de la Trinidad y de su voluntad salvadora. María es la Señora en quien “todo es relacionado con Cristo y depende de Él, anunciando al Hijo, Dios el Padre, desde la eternidad, escogida a ser la santa Madre y adornado con los dones del Espíritu, concedidos a nadie más”. Nuestra Señora es, para toda la Iglesia, el modelo de la “alabanza del la gloria de la Santísima Trinidad” a la que todos somos llamados.
11. El escapulario en un símbolo de reconocimiento filial y agradecimiento de la misión que la Santísima Trinidad quiso confiar a María en la historia de la salvación, “misterio de Bondad” (1 Tim 3:16). Estas palabras verdaderamente significativas fueron puestas en la boca de María: “Te traigo un escapulario como símbolo de mi bendición y mi amor y, a la vez, como signo del misterio, que se lograrán en ti. Vengo a revestirte completamente de Cristo (Ga 3:27) para que puedas estar arraigado en Él (Col 2:7), ‘el camino Real’, en las profundidades de los abismos, con el Pare y el Espíritu de amor”.
Peregrinaje Eclesial
12. A través del tiempo y el espacio, especialmente a través de la historia de la humanidad, María se presenta como la “que creyó” (Lc 1:45), como la que va adelante en el peregrinaje de fe, compartiendo el misterio de Cristo arriba de todas las demás creaturas.
13. La Iglesia en su peregrinaje de fe encuentra su mejor modelo en Nuestra Señora. El ejemplo de la Virgen lleva a los fieles a conformarse ellos mismos al Hijo. Pero también los lleva a celebrar los misterios de Cristo con la profundidad con que lo hizo la Virgen cuando estuvo con su Hijo en Su nacimiento y Epifanía, en Su muerte y resurrección. Esto es, anima a que se guarde celosamente la Palabra de Dios y su meditación amorosa, alabar a Dios con alegría y agradecerle con gozo, servir a Dios y al prójimo fielmente y ofrecerles generosamente la vida misma, orar al Señor con perseverancia e implorar con confianza; ser misericordiosos y humildes; esperar “despiertos la venida del Señor”.
14. La Orden del Carmen ha seguido este camino, sugiriendo a sus miembros a ser como María de manera que, siguiendo su ejemplo, puedan vivir en una intimidad divina. Las tres fases de este asentimiento de Monte Carmelo son: imitación, unión y semejanza a María.
III. Compromiso a una Manera de Vivir
15. El seguimiento a Cristo y de María, como se entiende y vive en el carisma de la orden, se vuelve la realidad a la cual los fieles carmelitas se esfuerzan en lograr. Ellos pueden esperar la ayuda y apoyo de sus hermanos y hermanas que comparten el mismo ideal. Los miembros de la familia carmelita viven su compromiso de varias maneras: en el “desierto”, en la vida fraternal, en la vida apostólica, en las calles del mundo, trabajando con María por el Reino de Cristo.
16. Las formas institucionales, erigidas y reconocidas por la orden, ayudan a enfatizar el carácter comunitario de la familia de aquellos, que guiados por el Espíritu, desean dedicar su vida entera en este mundo – en unión con María- a la gloria de Dios.
Así, siendo parte de la fraternidad de la Orden de la Hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo y recibiendo el escapulario como signo de esa membrecía, es para los fieles un instrumento de vida cristiana con características especiales:
a) Vivir como “hermanos” o “hermanas” de María en comunión con Carmen, compenetrar más profundamente en su espíritu, vivir sus ideales y su historia, orando y cooperando con ella para que, fieles a su carisma y vocación, puedan reflejar, en el mundo, a María que trae a Jesús para todos
b) Dar a María más espacio en sus vidas, buscando vivir en sus propias circunstancias su fidelidad a Cristo en el espíritu de María:
a. En la fe que vislumbra y ora a Dios, lo recibe con agrado y dialoga con él
b. En la esperanza que le transforma en un ser al servicio de todos, que es Dios, y
c. En el amor que se abandona a la voluntad del Señor para ser en verdad un don a sus hermanos y hermanas, especialmente el más pequeño y humilde
c) Imitar la “Virgen orante” que “guardó y meditó la palabra de Dios en su corazón” (Lc 2:19,51), apartando un tiempo para encontrarse con Dios en oración, meditando en los misterios de la salvación, participando con fe en la liturgia de la Iglesia, recitando cada día alguna hora litúrgica o algunos salmos o el santo rosario. Ver que viviendo en la presencia de Dios viviente, cada aspecto de la vida se convierte en oración, y esta oración se hace viva, al mismo tiempo que recuerda las obligaciones y trabajos de su estado de vida.
d) Compartir el Misterio Pascual de Cristo con penitencias voluntarias, vividas en el espíritu del Carmen, buscando a María cuya alma fue atravesada con una espada (Lc 2:35), que mantuvo fielmente su unión con su Hijo aun en la cruz, donde estuvo sufriendo (Jn 19:25) profundamente con su primogénito y uniéndose a Él en Su sacrificio.
e) Demostrar el amor de Dios. La Purísima permite que el amor de Dios brille a través de todo su ser sin resistencia ni opacidad, un amor que la viste personalmente y la abre a toda la humanidad. Así, ella encanta y atrae al devoto, que conserva su corazón y sentido, su cuerpo y alma, a abrirse al amor de Dios, al que buscan y desean en todo y sobre todas las cosas. El fiel se abre para recibir todos los dones de santidad que Dios mismo pone en las relaciones humanas y en el amor al prójimo. Este amor convierte al cuerpo humano en un templo de Dios (1 Co 3:16-17), y a través del cual se comunica a los demás. Es el medio para la expresión del amor.
f) Participar en los trabajos de evangelización. Los que llevan el escapulario se identifican con la misión del Carmen de ser un signo profético en el mundo en unión con Dios, a trabajar por la venida del Reino de Dios a través de los signos visibles del compartimiento, la reconciliación, la justicia, atención al enfermo y al clamor del pobre.
g) Tanto como sea posible, fomentar la comunión fraternal entre los miembros de la fraternidad con asambleas y reuniones, que alimentan y apoyan estas metas
17. El escapulario es un signo del amor de María, icono de la bondad y misericordia de la Santísima Trinidad. Este amor es el fruto de la gracia de Dios derramada en los corazones de los fieles quienes, a su vez, se comprometen ellos mismos al Él.
18. Apéndice. Normas Prácticas para la Confraternidad del Escapulario
1) La confraternidad del escapulario del Carmen es una asociación de fieles que se esfuerzan por la perfección en la caridad en el mundo en el espíritu de la Orden Carmelita, participan en la vida de la orden y sus beneficios espirituales en una comunión íntima de pensamiento, ideales y trabajos juntos con María
2) El moderador supremo de la Orden Carmelita es la autoridad competente para la confraternidad canónicamente establecida. Para las iglesias pertenecientes a la orden, el consentimiento dado por el ordinario para el establecimiento canónico de la casa religiosa es también válido para el establecimiento de la confraternidad. Sin embargo, para el establecimiento canónico de la confraternidad en otras iglesias o lugares, el consentimiento por escrito del ordinario es necesario
3) Una persona autorizada en el nombre la orden puede recibir gente en la confraternidad del escapulario
4) Aceptación en la confraternidad tiene lugar de acuerdo al rito apropiado aprobado por el Santo Padre para la imposición del escapulario. El escapulario consiste de dos piezas de tela café oscuro unidas por dos listones o correas. Para la imposición, el nombre del fiel y la fecha deben ser registrado en un libro conservado para ese propósito. Estas condiciones pueden, sin embargo, dejarse pasar
5) Después de la imposición del escapulario, el fiel puede sustituirlo con una medalla que tenga una imagen del Sagrado Corazón por un lado y en el otro a Nuestra Señora en cualquier de sus manifestaciones. Tanto el escapulario como la medalla pueden reemplazarse sin tener que ser bendecidas de nuevo
6) Los miembros de la confraternidad deben de llevar devotamente el escapulario, o la medalla, todo el tiempo como signo visible de su pertenencia a María en la hermandad carmelita
7) Los miembros están comprometidos a dedicar regularmente un tiempo para estar con Dios en oración, participar frecuentemente en la Eucaristía, la recitación diaria de una de las horas de la liturgia o de los salmos o del rosario u otras oraciones equivalentes
8) Si es posible, se reunirán periódicamente para fortalecer el sentido de fraternidad, estudiar el espíritu carmelita, cuidar de sus hermanos y hermanas en necesidad, todos en unión con María
9) Pueden ganar indulgencias plenarias, si están cumpliendo con las condiciones usuales, los días que se unan en confraternidad y también en las siguientes fiestas: Nuestra Señora del Carmen (Julio 16), San Elías, profeta (Julio 20), San Simón Stock (Mayo 16), Sta. Teresa del Niño Jesús (Octubre 1), Sta. Teresa de Jesús (Octubre 15), Todos los Santos Carmelitas (Noviembre 14) y San Juan de la Cruz (Diciembre 14).
10) La fiesta solemne de la confraternidad es la de la conmemoración de Nuestra Señora del Carmen en Julio 16. Los miembros celebrarán esta fiesta con gran amor y gratitud a María, renovando su compromiso de servicio a ella, fidelidad a Jesucristo y su Iglesia, y encomendando toda la familia carmelita al corazón de la Virgen